La tensión comercial entre EEUU-China llegó a los autos

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Las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China subieron el miércoles después que Pekín decidió gravar productos centrales en el intercambio bilateral, como la soja, los automóviles y al sector aeronáutico.  Las dos mayores economías mundiales anunciaron planes para imponerse recíprocamente tarifas a importación por 50.000 millones de dólares, un paso firme en dirección a una guerra comercial de imprevisibles consecuencias – dijo un análisis de la agencia AFP.

En una respuesta simétrica a una iniciativa adoptada por Washington el martes, Pekín también puso en marcha un proceso en la Organización Mundial del Comercio (OMC), paso que deja en evidencia la posibilidad de un enfrentamiento generalizado.

“Cualquier intento de poner a China de rodillas con amenazas e intimidaciones nunca tendrá éxito.  Tampoco tendrá éxito esta vez”, advirtió el miércoles el portavoz del Ministerio de Exteriores, Geng Shuang.

Este visible agravamiento de las tensiones comerciales desató una ola de bajas en las bolsas mundiales, aunque la de Wall Street se recuperó a último momento.  El principal asesor económico del Presidente Donald Trump, Larry Kudlow, dijo que era comprensible el nerviosismo de las bolsas de valores, pero añadió que “al fin del arcoiris hay un pote de oro”.

El abordaje de chinos y estadounidenses en la definición de sus barreras tarifarias mostró diferencias visibles.  Washington definió su lista inicial de productos chinos a ser tarifados a partir de “productos en los que no somos terriblemente dependientes de China” y para los cuales se pueden hallar otras fuentes de abastecimiento.

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La lista estadounidense incluye diversos productos químicos y medicamentos, además de electrónicos y piezas de aviones y satélites.  De su lado, la lista anunciada por China va en línea recta al corazón del intercambio comercial bilateral al proponer tarifar productos como la soja y los automóviles, dos items que tienen enorme peso en el comercio entre los dos países.

De inmediato, la Asociación Estadounidense de Productores de Soja emitió una amarga nota donde manifestó su “enorme frustración ante la escalada de una guerra comercial con el mayor cliente de la soja de Estados Unidos”.  El grupo pidió a “la Casa Blanca a que reconsidere las tarifas que condujeron a esta represalia”.  Según la entidad, China compra el 61% de las exportaciones estadounidenses de soja, que equivale a más de 30% de la producción nacional.

Myron Brilliant, Vicepresidente Ejecutivo de la Cámara Estadounidense de Comercio, apuntó en una nota que el gobierno está en lo correcto al tratar de “restablecer la equidad y la justicia en las relaciones comerciales con China”.  Sin embargo, añadió que “imponer tarifas a productos usados diariamente por consumidores estadounidenses y que generan empleos no es la forma de alcanzar ese objetivo”.

La gigante automotriz GM adoptó un lenguaje más cauteloso y llamó a “los dos países a continuar un diálogo constructivo y buscar políticas comerciales sostenibles”.  Por su parte, Boeing – empresa que podría verse seriamente afectada por una guerra comercial con China – señaló en un comunicado que los dos países “pueden hacer daño a la industria aeroespacial global”.

Para Edward Alden, experto en comercio internacional para el Consejo de Relaciones Internacionales, “éste es claramente el escenario que todos temían: China respondiendo a provocaciones de Estados Unidos”.  Sin embargo, añadió que “la buena noticia es que hasta ahora se están delimitando posiciones.  Las dos partes están haciendo graves amenazas, pero aún hay mucho tiempo para negociaciones y tratar de llegar a una solución”.

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El Presidente estadounidense Donald Trump afirmó en la red Twitter que “no estamos en guerra comercial” con China, y responsabilizó por esta situación a los mandatarios que lo precedieron en la Casa Blanca.  La guerra comercial con China “ya la hemos perdido ya fue perdida hace muchos años por los tontos e incompetentes que representaron a Estados Unidos”, apuntó Trump.

“Ahora tenemos un déficit comercial de 500.000 millones (de dólares) al año, con robo de propiedad intelectual por otros 300.000 millones.  No podemos permitir que eso continúe”, afirmó.  

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Por su lado, el Secretario estadounidense de Comercio, Wilbur Ross, dijo a la red de televisión CNBC que las tarifas por 50.000 millones de dólares a productos chinos que Washington se propone adoptar no son una “amenaza vital”.

“Esos 50.000 millones de tarifas adoptadas por China representan tres décimos de 1% de nuestro PIB.  De forma que no es una amenaza vital.  Es bastante proporcional a las tarifas que hemos puesto nosotros basados en la propiedad intelectual”, dijo.

En tanto, la oficina del Representante de Comercio (USTR), Robert Lighthizer, afirmó el miércoles que una demanda abierta por China ante la OMC por las recientes tarifas estadounidenses al acero y el aluminio era “totalmente infundada”

ANÁLISIS DE LA BBC

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Inicialmente parecía que la confrontación podría limitarse a gestos simbólicos y amenazas.  Ahora, sin embargo, el choque económico entre Estados Unidos y China parece estar cada vez más cerca de una guerra comercial abierta – observó el portal BBC Mundo.

El miércoles, Pekín anunció un plan para imponer aranceles de 25% a la importación de unos 106 productos estadounidenses valorados en 50.000 millones de dólares.  La medida fue hecha pública apenas horas después de que el gobierno de Donald Trump había revelado que impondría medidas por un monto similar a la importación de 1.300 ítems procedentes de China, incluyendo autos, televisores y piezas de aviones.

Esta es la segunda vez en una semana que ambos países aprueban medidas recíprocas que afectan el comercio bilateral.

Pero mientras los primeros aranceles anunciados por China, como respuesta a los impuestos a las importaciones de acero y aluminio aprobados por Trump, afectaban a productos que solo representaban un valor de unos 3.000 millones, la nueva oleada tiene un alcance muy superior.

El anuncio de Pekín impactó en las bolsas de valores que reaccionaron con bajas en las cotizaciones ante la creciente incertidumbre aunque luego se recuperaron parcialmente de esas caídas.

Estos son los cinco sectores clave afectados por las nuevas medidas aprobadas por China.

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Agricultura:los nuevos aranceles anunciados por Pekín impactan a muchos productos agrícolas como la soya, el maíz, el algodón o el tabaco.  Muchos de estos son cosechados en estados gobernados por el Partido Republicano, por lo que según varios analistas podrían servir a China como herramienta de presión sobre Trump de cara a las elecciones legislativas de noviembre.

Aviones de pasajeros:Pekín también aplicará los nuevos aranceles a los aviones comerciales de pasajeros, que en el 2017 fueron la exportación más valiosa de Estados Unidos a China alcanzando un valor de 23.000 millones de dólares.  Sin embargo, la medida se limitará a aeronaves de menor tamaño, por lo que puede que su impacto sea limitado.

Vehículos todoterreno:la industria automotriz estadounidense también se podría ver afectada si los aranceles anunciados por China llegan a entrar en vigor, pues la lista de Pekín incluye los vehículos todoterreno ligeros (SUV’s, por sus siglas en inglés).  El valor de las exportaciones estadounidenses de este tipo de medio de transporte hacia China en el 2017 se ubicó en unos 7.800 millones de dólares.

Carne:aunque en mayo del 2017, Pekín y Washington llegaron a un acuerdo para que se permitiera nuevamente la venta de carne de ganado vacuno estadounidense en China, ahora este producto ha sido incluido en la lista de los afectados por los nuevos aranceles.

Productos químicos y plásticos: en torno a 40% de los ítems incluidos en la lista presentada por Pekín son químicos y plásticos.  China representa el tercer mercado de exportación para los productos químicos de Estados Unidos, según datos del Consejo Estadounidense de la Industria Química.

Ni China ni Estados Unidos han precisado la fecha en la que entrarán en vigor las nuevas tarifas, por lo que los analistas creen que aún hay margen para que los dos países negocien un acuerdo que les permita evitar caer en una guerra comercial abierta. (Flash del Motor).

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