Brasil: Horda golpista ahuyenta las inversiones y empeora lo que ya era malo
Tras dos años de ventas estancadas, la industria automotriz brasileña proyecta un año con bajo o nulo crecimiento, pero la inestabilidad podría empeorar aún más el escenario, de acuerdo a un análisis de Pedro Kutney (*) para Auto Industria.
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Después de la inestabilidad institucional provocada por las hordas golpistas que invadieron Brasilia en la tarde del domingo 8 de enero, aunque se tuviera dinero – que ya es una limitación relevante en estos días – ¿quién tendría el coraje de invertir en la compra de un vehículo nuevo?.
La misma pregunta se aplica a cualquier activo de alto valor y se puede hacer a empresas e inversores con planes de invertir en Brasil. Y la respuesta es que los bochornosos hechos terroristas tienen un efecto negativo inmediato en la imagen internacional de Brasil, lo que debería provocar aplazamientos, de al menos seis meses, en inversiones que estaban en curso o que deberían decidirse en los primeros meses de 2023.
Eso dijo a la columna un experimentado negociador de intereses comerciales con gobiernos. Según él, el sentimiento general es de preocupación y cautela ante la obligación de dar aclaraciones a los accionistas extranjeros, que componen casi la totalidad de la industria automotriz instalada en el país.
Estas corporaciones, dice el interlocutor, esperarán las acciones del nuevo gobierno para entender si esto pacifica al país y pone en orden los asuntos económicos, y sólo entonces decidirán si continúan, suspenden o desisten de las inversiones aquí. El daño ya está hecho, pero cuanto más rápido y más objetivamente actúe el gobierno, menos malo será.
El hecho es que, aunque sólo una pequeña y ruidosa parte de la población brasileña apoye la barbarie y el oscurantismo político predicados día y noche en los últimos cuatro años, todos en el país pagarán el precio de la locura terrorista.
AL DINERO NO LE GUSTA EL DESORDEN
Cabe recordar que los fabricantes de vehículos tienen previstas inversiones en Brasil que suman algo así como R$ 36 mil millones en el período 2022-2026, según declaraciones de las propias empresas. Son recursos para el desarrollo de nuevos productos, tecnologías y procesos industriales, que, hay que decirlo, desarrollan aquí vehículos infinitamente más evolucionados que los producidos durante la dictadura militar, tan exaltada por alborotadores y delirantes figuras del gobierno pasado.
Márcio de Lima Leite, presidente de Anfavea, asociación que agrupa a los fabricantes de vehículos del país, afirmó muchas veces que todas las corporaciones necesitan previsibilidad al momento de decidir sus inversiones. Es algo difícil de lograr mientras el gobierno pierde un tiempo precioso tratando de contener las hordas golpistas, en lugar de discutir y resolver los muchos problemas sociales, ambientales y económicos que obstaculizan el desarrollo brasileño.
Como le dijo un inversionista a NeoFeed, “Al dinero no le gusta el alboroto; cuando hay confusión, el dinero sale y espera”. Es decir, mientras por la puerta de la política el gobierno de Lula recibe un efusivo apoyo institucional frente a la barbarie, por la puerta de la economía empresarios e inversores sacan recursos del país.
Este movimiento ya se venía dando por la atávica mala voluntad que la mayoría de los empresarios tienen hacia cualquier gobierno de llamada izquierda -aunque sea un milímetro a la izquierda- y ahora la fuga de capitales puede profundizarse con la inestabilidad instalada.
Si las previsiones no eran ya buenas, el escenario actual solo empeora las cosas. “Los dramáticos eventos de ayer en Brasil, cuando los partidarios del expresidente Jair Bolsonaro montaron una insurrección, causarán temblores políticos durante meses o años”, escribió el lunes Adam Roberts, editor digital de la revista británica The Economist.
PRONÓSTICO DE AÑO ESTANCADO
Antes de que el escenario se agravara criminalmente por las hordas golpistas, ya no eran buenos los pronósticos para el mercado nacional de vehículos, que cerró 2022 estancado, estacionado en torno a los 2 millones de unidades vendidas por segundo año consecutivo.
Los precios excesivamente altos de los automóviles en el país, vendidos a un precio promedio de R$ 140.000 el año pasado, combinados con tasas de interés que hacen inaccesible el financiamiento, están limitando el mercado brasileño a un piso que puede ser incluso inferior a 2 millones, número que , según Anfavea, no corresponde al tamaño de Brasil e idealmente debería estar por encima de los 3 millones, para una industria que tiene una capacidad instalada superior a los 4 millones/año.
Peor aún es que, ante el escenario de productos muy caros y crédito restrictivo, la previsión es de otro año de estancamiento. El pasado viernes 6, Anfavea anunció una proyección de crecimiento insignificante del 3% en la venta de vehículos -o del 4% considerando sólo turismos y vehículos comerciales ligeros, algo en torno a los 2 millones de matriculaciones-.
Un día antes, Fenabrave, que representa a los concesionarios, reveló que proyecta un nuevo vínculo poco alentador con 2022 en 2023, no más de 2,1 millones de placas, o 1,96 millones de modelos ligeros solo.
Si hubieran esperado al fin de semana para dar a conocer sus proyecciones, es bastante probable que hubieran sido aún peores. Pero, como también dijo el presidente de Anfavea, “esperemos equivocarnos, ya que Brasil siempre nos sorprende”. Para bien y para mal, como quedó expuesto el pasado domingo.
Pedro Kutney es periodista especializado en economía, finanzas y automoción. Es autor de la columna Observatório Automotivo, especializada en la cobertura del sector automotriz, y editor de la revista AutoData. Durante más de 35 años en la profesión, fue editor del portal Automotive Business, editor de la revista Automotive News Brasil y de Agência AutoData. Fue editor adjunto de finanzas del diario Valor Econômico, reportero y editor de las revistas Automóvel & Requinte, Quatro Rodas y Náutica. (Fotos: Públicas).
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