Recordando otra vez la gran historia de Gilles Villeneuve

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Desde este fin de semana diversos medios especializados digitales han dedicado parte de sus espacios informativos al piloto canadiense Gilles Villleneuve, en ocasión de cumplirse hoy 35 años de su trágico fallecimiento durante las prácticas del Gran Premio de Bélgica de 1982 en el circuito de Zolder.

Villeneuve mostró desde muy joven una particular atracción por las altas velocidades y el riesgo. Nació en Quebec el 18 de enero de 1950 y fue Campeón de Motos de Agua, antes de incursionar en las carreras de autos CanAm y de Fórmula 5000. Allí fue visto por el entonces Campeón del Mundo en título de Fórmula 1 1976, James Hunt, que lo presentó a sus jefes en McLaren, donde le ofrecieron un tercer carro oficial para debutar en la categoría en junio de 1977, en el Gran Premio de Gran Bretaña.

En su debut Villeneuve causó una sólida impresión al mantenerse por muchas vueltas en la cuarta plaza, hasta que su carro sufrió averías que le hicieron perder terreno hacia el final. La prestación resultó mucho más impresionante porque Villeneuve superó ampliamente a Hunt y al otro piloto del equipo, el alemán Jochen Mass, a pesar de pilotar un carro de inferiores especificaciones y menor rendimiento.

Enzo Ferrari se mostró enseguida interesado por el joven canadiense y le ofreció un acuerdo que, en primer lugar, le sacó de la pobreza económica para siempre y le convirtió en piloto oficial de Ferrari, en reemplazo de Niki Lauda, para las dos últimas carreras de 1977. Un año más tarde, en el GP de Canadá, Villeneuve ganó su primera carrera, cuando ya era conocido por su acrobático, temerario y muy efectivo modo de pilotar.

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Perfecta

En 1979 Villeneuve ganó tres carreras más y se convirtió en candidato al título, junto con su compañero en Ferrari, el sudafricano Jody Scheckter, pero éste se mostró más respetuoso con su mecánica y en consecuencia consiguió más resultados, ganando el título.

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Ya Villeneuve se había ganado el corazón de los aficionados en Holanda, donde batalló duramente con otro rival al título, Alan Jones, a quien arrebató el liderazgo a costa de maltratar tremendamente sus cauchos. Estos comenzaron a mostrar el castigo pocas vueltas más tarde y el trasero izquierdo acabó reventándose, por lo cual Villeneuve intentó seguir en tres ruedas.

La falta de competitividad del Ferrari condicionó la temporada 1980 del canadiense, quien regresó en forma en 1981 con el primer Ferrari con motor turbo. Ese año se convirtió en el primer piloto capaz de ganar en Mónaco con un motor de esas características, a las que el estrecho trazado monegasco se adaptaba muy mal. También ganó en España, de nuevo en un circuito lento (y poco apto para el turbo), conteniendo a un apretado tren de cuatro autos durante muchas vueltas.

En 1982 Ferrari había recuperado totalmente la forma y Viilleneuve fue de nuevo uno de los favoritos al título, junto con su compañero Didier Pironi. Este le ganó polémicamente en el GP de San Marino y dos semanas después sobrevino la muerte mientras se preparaba para el GP de Bélgica, en lo que la prensa quiso definir – sin mucha razón – como un intento de responder a lo que consideraban una traición del francés al ganarle en Imola.

A la fecha Villeneuve es considerado uno de los mejores pilotos de todos los tiempos y el de pilotaje más arriesgado y espectacular, pese a solo conseguir seis victorias. Su apellido siempre ha sido asociado a numerosos homenajes y recordatorios y su hijo, Jacques Villeneuve, también llegó a la F-1, ganando el título en 1997 y consiguiendo once victorias, pese a lo cual su fama es infinitamente inferior a la de su padre. (Flash del Motor).

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