Cifras de potencia de los súper deportivos “son irreales”

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Varios medios especializados, dentro y fuera de EEUU, han advertido a sus lectores sobre la necesidad de valorar cuidadosamente las cifras de rendimiento que están ofreciendo las principales empresas fabricantes de autos de alta potencia, en vista que los criterios usados para la medición no son consistentes.

Las publicaciones han hecho la salvedad de que las cifras de potencia absoluta se pueden medir en un banco de rodillos o en un dinamómetro. En el primer caso, se toman en cuenta las pérdidas por rozamientos e inercia que generan el inevitable acople con elementos como la caja de cambios, la transmisión y las ruedas cuando hacen contacto con el piso. En el segundo solo se evalúa el motor con sus accesorios, pero usualmente sin estar conectado al resto del tren de mando o sin estar instalado en el automóvil.

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“Actualmente las pérdidas de potencia a causa del acople con la transmisión son menores que hace algún tiempo, porque las cajas de cambio tienen más relaciones, porque los embragues electromagnéticos agilizan la operación de cambio de velocidades y porque hay menos elementos que generan roce, pero aun así la diferencia puede ser superior al 10% entre una medición (en banco) y otra (en dinamómetro)”, explicaron expertos.

El diferencial resulta palpable en el terreno de los carros de alto rendimiento, donde la diferencia, trasladada de porcentajes a números reales, puede ser de hasta 100 HP.

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Un ejemplo puede ser la versión ZR1 del Chevrolet Corvette C7, cuyo fabricante al presentarlo este año anunció una potencia homologada de 750 HP. Sin embargo, el preparador norteamericano Hennessey Perfomance informó que en un banco de rodillos y a temperatura ambiente, el rendimiento real es un 13% menor, quedándose algo por debajo de los 650 HP. Vehículos como el Ford Mustang GT o las versiones limitadas Shelby también muestran la misma inconsistencia.

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Algo similar ocurre con otro producto Chevrolet, el Camaro Z28 1LE, que oficialmente entrega más de 700 HP, pero que en un banco de rodillos y con gasolina regular entrega un centenar de caballos menos.

Algunas marcas suelen tratar estas cifras con más transparencia que otras, o suelen dar un significado diferente al término “transparencia”. Es el caso de la División Dodge del Grupo Fiat Chrysler Automobiles (FCA), que al homologar la versión Demon de su cupé Challenger anunció 840 HP, pero aclaró que para entregar ese nivel de rendimiento, el motor debe ser programado de una manera especial. Los dispositivos de programación se entregaron con cada una de las 3.000 unidades producidas de este carro durante el año 2017, pero se hizo hincapié en que “esa modalidad no puede usarse en vías públicas” y que el carro puede alcanzar una aceleración de 0 a 100 km/h en menos de 10” solo si usa cauchos de tipo especial, no aptos para usarlos cotidianamente. Algo similar sucede con el sucesor del Demon, es decir, la versión RedEye, que en principio homologa más de 800 HP.

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Las cifras de potencia homologadas por las empresas automotrices siempre se obtienen en ambientes sumamente controlados por lo que respecta a la calidad de la gasolina, las condiciones de temperatura y presión ambiental y otros aspectos. Estos criterios son aceptados por los entes encargados de certificar las cifras, pero podrían responder más a un criterio “favorable” que a un criterio “cotidiano”.

Los criterios actuales para homologar cifras de rendimiento por parte de los fabricantes de autos y la tendencia – sobre todo en los carros de mayor caballaje – de homologar cifras medidas en condiciones no necesariamente cotidianas, en un banco de pruebas y con completo control de variables como temperatura, presión ambiental, calidad de la gasolina, densidad del aire, etc. dejan claro que existe “una guerra de caballaje” entre los fabricantes de autos de alto rendimiento, sobre todo en EEUU.

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Según otras publicaciones, la inconsistencia no solo se debe al deseo de los ingenieros de industria de buscar “condiciones favorables” para “inflar” las cifras, sino a otros factores, como pueda ser que la necesidad de mantener bajo el precio final de venta del vehículo haya que montar ruedas más pequeñas, o de menor rendimiento, o que el motor aún necesite acoplarse a una transmisión con menos rozamiento que quizá se esté preparando para un futuro. (Flash del Motor).

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