El deporte no está en deuda con el legado de Enzo Ferrari

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A pesar de que en términos financieros la operación de Scudería Ferrari no es sustentable por sí misma y depende del padrinazgo de la operación de autos deportivos de serie, el equipo de carreras no ha desmeritado el legado de quien fuera su fundador, Enzo Anselmo Ferrari, y tampoco es un lastre económico para la empresa a la cual pertenece.

Al fallecer Enzo Ferrari hace 30 años, el 14 de agosto de 1988, el equipo se encontraba en el segundo puesto entre todos los participantes del Campeonato del Mundo de Fórmula 1, pero necesitaba volver a ganar carreras de manera continuada y no luchaba por el título mundial desde que lo hiciera en 1985 el milanés Michele Alboreto en condiciones que no eran precisamente de superioridad o vanguardismo técnico.

Enzo Ferrari falleció sin ver concretado su sueño de volver a ganar un título mundial tras el conseguido en 1979, pero las dos victorias de Gerhard Berger al cerrar la temporada de 1987 le regalaron al Commendatore la sensación de volver a estar al frente de la categoría.

Tras fallecer Enzo Ferrari, la empresa automotriz y el equipo de carreras atravesaron una acentuada etapa de vacas flacas. Eso, en el equipo Scuderia Ferrari, significó un vacío de victorias que duró desde septiembre de 1990 hasta mediados de 1994. En esta reconstrucción deportiva, técnica e industrial tuvo mucho que ver la figura de Luca Cordero di Montezémolo, quien ya había sido el hombre de confianza de Enzo Ferrari en otros tiempos y fue ungido como nuevo “supremo” de Maranello, sucediendo justamente a quien fue su mentor.

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La reconquista del título mundial se convirtió en la gran deuda del equipo con quien fue su creador, pero hubo que esperar hasta 1999 para que se materializara. Montezémolo fue sumamente hábil al negociar condiciones harto favorables para su equipo en medio de una coyuntura particular en la historia de la Fórmula 1. Eso, traducido en resultados, reportó la conquista de 5 títulos con Michael Schumacher y una gran cantidad de victorias que superaron lo logrado en su día por el propio Enzo Ferrari.

Infortunadamente, pese al dominio hegemónico en términos políticos, comerciales y deportivos impuesto por Ferrari durante los primeros años de este siglo, todavía el equipo no ha sido capaz de añadir más que un solo título – el de Kimi Raikkonen – a los logrados por Schumacher y la reconquista del título en F-1 es un tema perentorio en vista que ya son 11 las temporadas en las que el máximo laurel sigue quedando pendiente.

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A lo largo de 70 años de historia, solo 9 pilotos han podido ganar el título con Ferrari. De ellos, 7 lo hicieron con Enzo Ferrari en vida. Después de fallecer Enzo Ferrari, Kimi Raikkonen logró llevar al equipo hasta la conquista de ambos títulos por última vez (en el 2007) y el finlandés fue un factor fundamental en la conquista del título de constructores en el 2008. Ese año, el brasileño Felipe Massa casi logra guiar al equipo italiano al título y con Fernando Alonso, los sucesores de Enzo Ferrari estuvieron a punto de lograr lo que para el Commendatore era su sueño más sublime: construir carros tan extraordinarios en cuanto a tecnología respecta, que podían por sí solos lograr que cualquier piloto común y corriente se convirtiese en Campeón.

La filosofía de Enzo Ferrari por lo que respecta a carros deportivos y la competición sufrió una violenta mutación bajo el liderazgo de Luca di Montezémolo. Enzo Ferrari solía decir que sus carros eran para quienes supieran comprenderles, pero Luca di Montezémolo defendió otra tesis: cualquier persona con suficiente dinero para pagar por un Ferrari recibiría la tecnología necesaria para convertirle en un gran conductor. Eso, en las carreras, significó que Ferrari debía tener la capacidad técnica suficiente como para convertir en Campeón a cualquier piloto que tuviera el dinero suficiente como para comprarse un puesto en el equipo.

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Fernando Alonso debió representar el clímax de esa teoría, pero el fracaso del español por 5 temporadas al hilo en un contexto de plena superioridad técnica, reglamentaria y deportiva, demostró que al final Montezémolo se olvidó de una máxima que Enzo Ferrari repitió durante años: “No sé qué es el alma… pero sea lo que sea, está en mis motores”.

Sergio Marchionne, en 4 años al frente de la empresa Ferrari y del equipo de carreras, demostró tener la capacidad de balancear las visiones de Enzo Ferrari y Luca di Montezémolo. El éxito en el proceso de escisión de la empresa Ferrari del Grupo Fiat Chrysler Automobile le permitió demostrarlo en el área industrial, mientras en el área deportiva, al despedirse del equipo de carreras (antes del GP de Alemania) lo dejó liderando las clasificaciones por puntos para pilotos con Sebastián Vettel y para constructores. (Flash del Motor).

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