El trauma de convivir con autos clásicos en un país en crisis

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En la Venezuela actual, cualquier actividad vinculada con el automóvil está cada vez más atada a todo tipo de limitaciones y vicisitudes, independientemente de que hablemos del uso de un vehículo como medio de transporte, de manera particular, de manera comercial o para el tiempo libre. En este último eslabón se encuentran varias centenas de coleccionistas de autos antiguos que, pese a todo, intentan salir adelante con su afición.

 Según han contado varios coleccionistas y aficionados a esta redacción “hoy tener un carro clásico en Venezuela tiene visos de heroicidad”.

El más grave inconveniente que enfrentan los aficionados tiene que ver con el costo de mantener un vehículo circulando.

“Elementos de desgaste cotidiano y constante como cauchos, frenos, mangueras, lubricantes, baterías, filtros y demás son cada vez más escasos y caros, aunque sean de especificaciones básicas”.

Elementos más específicos como bombillos, fusibles, piezas de repuesto y similares “son más escasos y difíciles de conseguir”.

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Muchos elementos necesarios para mantener los carros en buenas condiciones de funcionamiento “son importados y deben comprarse en dólares” explican los aficionados, quienes añaden que “solo sirven para mantener el carro funcionando. Si los montas, el carro no gana valor, pero si no los montas y el carro no se mueve, sí pierde valor”.

Mantener los carros en funcionamiento “es una labor casi imposible, debido a la carencia de mano de obra especializada y al abuso de talleres y mecánicos”.

Los usuarios de carros clásicos suelen lamentar la “actitud hostil” con la que suelen ser recibidos.

“Tener un carro antiguo es sinónimo de “tener rial” y los talleres, los mecánicos y las casas de repuestos solo ven de “sacarte rial” sin pensar en lo que dan a cambio de lo que cobran”, dijeron.

Esta redacción recibe denuncias y quejas constantes de personas que afirman que “quien vende piezas o presta servicios de reparación para carros antiguos cobra carísimo, abusa con los precios y especula. Te cobran piezas en dólares, como si fueran nuevas y de primera calidad, cuando muchas veces son piezas usadas, inservibles, reconstruidas o de mala calidad, que en el exterior cuestan una fracción de lo que te piden acá. Lo que te cobran como piezas nuevas y originales, nunca suelen serlo. La mano de obra también es cara y tampoco es buena”.

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Entre las denuncias, se añade que “muchas veces, cuando vas al taller, el carro no queda bien y la pieza es defectuosa, o la reparación es inadecuada. Si debes regresar dos, tres o más veces para resolver el mismo problema que no quedó bien a la primera, debes volver a pagar. Te cobran como profesionales, pero el servicio no es profesional, sino a la mala gana, como si molestaras al pedirlo. Muchas veces, luego de cobrar caro y no resolver el problema, actúan como si te hacen un favor que debes agradecer de por vida”.

La respuesta del público tampoco suele ser muy estimulante.

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“Vamos a muchas exhibiciones… la gente llega, pasea entre los carros, se toma fotos y pasa un buen rato, pero nunca nadie debe pagar nada. A pesar de eso, todos se creen con el derecho de criticar tu carro porque no les gusta el color o porque no tienen las ruedas que a ellos les gustaría, o porque no se parece a los que muestran en los programas de televisión por cable norteamericanos. Muchas veces la gente piensa que pueden poner a sus niños de pie sobre el capó, o dejarles que se suban al carro y pisen la tapicería con los zapatos sucios. O golpear el capó, o ver si tal o cual pieza se sale. Si les reclamas, se molestan…”.

Otro coleccionista reflexionó en que “la actitud que la gente en general muestra hacia los carros clásicos es claro exponente de la crisis de valores que vive nuestro país”.

Muchas veces los vicios ocurren dentro de los mismos grupos de coleccionistas “donde abundan los vivos que venden en dólares piezas como si fueran nuevas y no son más que basura, o que dicen ser restauradores, o que quieren comprar piezas de colección valiosísimas por cuatro lochas ¡y se molestan si no se las vendes! Muchas veces la tónica no es aprender de los carros, o de la historia, sino tener razón. Y si para tener razón hay que insultar… se insulta… y si para ganar plata a costa de una afición que realmente no genera lucro hay que abusar ¡pues se abusa!”.

Los aficionados hablan de un código no escrito de conducta que es básico: “Si exhibes en público un carro, debes estar dispuesto a dejar que la gente vea bajo el capó o dentro de la maleta y debes estar preparado, limpiando el carro y sacando todo lo que haya dentro. Debes estar dispuesto a hablar con la gente, a contestar preguntas, a ser agradable, a dejar que las personas se fotografíen… pero hay gente que abusa. Algunos cometen el abuso de exigirte mostrar los papeles de tu vehículo para ver si el serial coincide con el motor que ellos digan que el carro tiene, como si uno fuera a casa de ellos a pedirle a la esposa enseñarte su ropa interior para ver si es de marca, como el marido dice. Uno accede a mostrar el carro en público, pero eso no debería hacer que la gente olvide que sigue siendo una propiedad privada, que merece el respeto que merece toda propiedad privada y que, en definitiva, como pasa a toda propiedad privada, cada quien hace con su carro lo que quiere”.

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Otra observación particular: “En un país en crisis, todo lo que no sean artículos nuevos o de primera necesidad, pierden valor. Eso se nota especialmente con los carros antiguos. Nadie hoy está dispuesto a pagar lo que tu carro vale en dólares y en líneas generales, para el mercado tu carro vale menos de lo que vale un carro usado por el simple hecho de que al ser antiguo y tener determinadas características no puedes usarlo como un medio de transporte normal. Es duro pero es obvio, considerando que muchas personas hoy en Venezuela no tienen ni para comer… a veces hay que salir del carro para resolver problemas, pagar el condominio, reparar la casa o cosas así”.

En medio de todas las vicisitudes, los coleccionistas y aficionados del país afirman que “nadie te ayuda… si alguien te especula, no puedes hacer nada. Al final terminamos reuniéndonos en clubes, donde todos más o menos pensamos del mismo modo y tratamos de ayudarnos como podemos, porque todos pasamos las mismas limitaciones”. Esa, en la mayoría de los casos, ha sido la gran solución para muchos.

Con todas sus limitaciones, el coleccionismo de carros y su exhibición pública son actividades cada vez menos infrecuentes en la ciudad.

“Es el modo en que muchas personas tratan de aferrarse a la idea de un país diferente y mejor a ese en el que ahora vivimos. Para muchos, tener un carro viejo es tener una pieza de aquel país que no volverá y para otros, tener un carro viejo es tratar de convencerse de que si ese país próspero existió una vez para esos carros, volverá a existir algún día…” (Flash del Motor).

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