Hace 85 años se inauguró el primer autocine del mundo

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Según reseñó esta semana el historiador argentino Guillermo Blanco en varios grupos argentinos que se encuentran activos en la red social Facebook como “TRP Team Río Platense”, “Guerreros de las pistas” o “Fierreros”, esta semana se cumplieron 85 años desde el momento en que se inauguró el primer autocine del mundo en New Jersey, EEUU.

La reseña preparada por Blanco explicó que “fue un 6 de junio, pero de 1933, cuando Richard Hollingshead inauguró el primer autocine”.

Blanco recordó que “a la inauguración acudieron alrededor de 600 espectadores. Se cobraba 25 centavos de dólar por persona y otros 25 centavos por vehículo”.

Era posible en algunos autocines ver la película sin llevar automóvil. En ese caso “había que pagar un dólar y te prestaban un vehículo…”

La primera película proyectada en el autocine pionero fue la comedia británica “Two Whites Arms”, protagonizada por Adolphe Menjou, y titulada “Wives Beware” (“Tenga cuidado con las viudas”) para Norteamérica.

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Al crear el autocine, Hollingshead acabó con la preocupación de los padres de no poder llevar a sus bebés al cine por miedo a que interrumpieran la proyección y además se ahorraban de contratar a una niñera mientras ellos salían.

El recordatorio del historiador argentino agregó que “la idea original se le ocurrió (al empresario) como respuesta a un problema familiar, pues su madre era obesa y no cabía en los asientos de una sala de cine”.

Jim Kopp, representante de la Asociación de Propietarios de Auto Cines en EEUU explicó al Instituto Smithsonian que por ello Hollingshead “decidió subirla a un auto, colocar un proyector de 1928 en la capota y atar dos sábanas a los árboles de su jardín”.

Tras esa incipiente experiencia, Hollingshead siguió experimentando por varios años, creando el sistema de terrazas que permitía a los carros estacionarse sin molestar la visibilidad de los demás automovilistas.

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El empresario patentó su idea en mayo de 1933 y abrió su propio autocine el día 6 del mes siguiente, tras hacer una inversión de 60.000 dólares. Ese primer autocine tenía un solo altavoz, pero apenas diez años después era posible disponer altavoces junto a los carros y posteriormente, que estos pudieran separarse del poste que los soportaba para colocarse dentro del carro. Los pocos autocines que funcionan en la actualidad ofrecen el sonido a través de una emisora local de radio, o a través de aplicaciones de internet.

En apenas unos meses, las localidades de Orefield en Pennsylvania y Los Ángeles en California solicitaron permiso para aplicar la patente de Hollingshead, abriendo autocines. Fue el inicio de la propagación masiva de la idea.

Al recordar esos tiempos para el Instituto Smithsonian, Jim Kopp relató:

“Fueron los mejores días de mi vida y allí conocí a mi esposa. Una parte indispensable del éxito se debió a la expansión del país: en 1958, en pleno “baby-boom”, llegó a haber más de 4.000 de estas instalaciones en todo el territorio norteamericanos, aunque se concentraron sobre todo en las áreas rurales. Después del “boom” estas iniciativas comenzaron a flaquear, mientras se imponía el Cinemascope y llegaba la era del sonido electrónico. Esas y otras razones hicieron que los autocines perdieran aceleradamente su popularidad en la década de los ’80 y ’90 hasta desaparecer casi totalmente, pero con el nuevo siglo hubo empresarios que los han hecho resurgir a modo nostálgico, “aunque ya enfocada casi exclusivamente a la familia y en un número reducido. No más de unos 400 se encuentran operativos en todo EEUU”. (Flash del Motor).

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