Polo es lo que el cliente del Gol merecía

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El Polo llegó a las concesionarias en noviembre del año pasado. Y en el caso de que se trate de un “nuevo”, el “volkswagen” más vendido en Brasil. En el acumulado de enero a mayo, se emplazaron 29,2 mil unidades del hatch. Este resultado le garantiza también la cuarta colocación en el ranking de los vehículos más vendidos en el mercado interno.

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Este repentino ascenso confirma que la automotriz estaba, sí, carente de un producto en el segmento y que el Polo da cuenta de buena parte de las carencias y responde a los anhelos del consumidor de la marca.

Un fiel comprador de Volkswagen no encontraba, hasta el año pasado, alternativa de un hatch dentro de la gama de la marca entre el Gol y el Golf. Y el paso de uno a otro representaba un verdadero desfalco en el propietario del Gol, que, naturalmente, entonces volvía sus ojos y bolsillo para vehículos más accesibles de otras marcas.

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El Polo es, sí, un bien construido puente entre los dos modelos, una etapa más palpable para quien pretende tener un producto más sofisticado que un Gol y no puede o no quiere pagar el doble para comprar un Golf.

Se puede imaginar que el Polo es lo que a los clientes les gustaría encontrar en el Gol, ya sea en términos de confort, acabado y rendimiento. En especial de las versiones intermedias hacia arriba.

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Pero cuando se habla entonces de la 200 TSI Highline, dotada del motor 1.0 turbo de 128 caballos flex y cambio automático de seis marchas, ahí incluso el consumidor del Golf empieza a considerar si no sería una buena idea ahorrar buenos cambios. No a la propia Volkswagen inicialmente “vendió” la imagen de que el Polo es un mini-Golf.

En el caso de que se produzca una exageración, la comparación es cabal, pero sólo con la Highline completa, cuyo precio coquetea con la barrera de los 80 mil. Cuando las opciones son el intermediario 1.6 MS, a partir de R $ 56 mil, o de entrada 1.0, que cuesta inicialmente 50.000, buen negocio para el Polo es la confrontación incluso con el Gol.

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AutoIndustria anduvo en la versión superior de gama y puede asegurar que la semejanza con el veterano modelo de entrada de Volkswagen queda sólo en apariencia, algo, además, que llega a confundir a la mayoría de los observadores y que merecía algún reestudio por parte de la automotriz.

Basta observar la suavidad del cierre de las puertas para percibir que el Polo no es un Gol más espacioso o más bien acabado. Estructuralmente y en términos de seguridad, está más para su bisnieto.

La Highline prima también por equipamientos como arranque con botón y llave presencial, mariposas para cambio de marchas, panel digital, luces auxiliares de maniobras, mando de voz, un funcional sistema multimedia, cámara y sensores de maniobra, piloto automático y aire acondicionado digital.

Dirigir el Polo 200 TSI es una grata sorpresa: Volkswagen ha encontrado una buena ecuación entre rendimiento dinámico y confort gracias a una suspensión bien acertada.

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Y no es sólo en la aceleración o retomadas que el motor turbo tricilíndrico agrada: la economía es otro punto alto. Andando a 100 km / h por caminos planos y con buen asfalto, el hatch chocó en los 19 kilómetros por litro de gasolina.

El Polo quizá sea, sí, lo que el Gol debería haber sido si su evolución no fuera interrumpida hace algunos años, cuando, al mismo tiempo, Volkswagen desaceleró algunos proyectos y resolvió invertir alto en el Up !.

A pesar de sus muchos atributos, el Up! que tiene un público mucho más selectivo, tanto que nunca alcanzó gran proyección en las ventas y hoy, con 8 mil unidades emplazadas en los primeros cinco meses de 2018, es sólo el 31º vehículos en el ranking de los más vendidos. (Auto Industria).

Por George Guimarães george@autoindustria.com.br

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