Toyota logró el doblete prometido en “Le Mans 2018”

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Tal como se preveía, el equipo oficial Toyota Gazoo Racing no tuvo ningún tipo de dificultad durante la competencia “24 Horas de Le Mans”, que se disputó el pasado fin de semana por 86ª ocasión como segunda de las 9 fechas de la Súper Temporada 2018/2019 del Campeonato del Mundo de Resistencia (WEC, por sus siglas en inglés).

Durante la mayor parte de las 24 horas de carrera, los dos prototipos TS 050 Hybrid rodaron siempre cercanos, aventajando en hasta una docena de vueltas – si… doce vueltas – a su más inmediato seguidor. El carro ganador cubrió 388 giros, contra 386 del carro teóricamente gemelo, que se dejó tomar esa ventaja mayormente en las últimas dos horas después de someterse durante toda la carrera a la disciplina del box, siempre favorable al carro que a la postre ganó.

La absoluta falta de oposición permitió al box japonés dosificar la carrera como mejor quiso, colocando en la primera posición a la unidad designada con el Nº 8 y tripulada por el suizo Sebastián Buemi, el japonés Kazuki Nakajima y el español Fernando Alonso. Este carro había tomado la largada desde la pole position y se le había designado internamente desde hace varios meses como el ganador de la carrera.

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La segunda unidad oficial Toyota, tripulada por el británico Mike Conway, el japonés Kamui Kobayashi y el argentino José María López, quedó en el segundo lugar siguiendo las directrices de la marca, que fomentó cierta competición entre ambas en ciertos momentos de la carrera a solicitud de los organizadores, pero hizo valer el precepto de que bajo ningún concepto el auto Nº 7 puede terminar ninguna carrera del WEC delante del Toyota Nº 8, salvo éste deba abandonar una prueba.

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El momento de más emoción de la sofocante cabalgata en solitario de los autos japoneses se registró al promediar la distancia, en plena madrugada, cuando el auto Nº 7 conducido por Conway había logrado aventajar en 2:13 a la unidad gemela. El español Fernando Alonso, en un relevo de poco más de dos horas, redujo esa ventaja a menos de 50” y el japonés Kazuki Nakajima tomó de inmediato su turno y anuló la diferencia completamente en aproximadamente una docena de giros, cuando el carro puntero estaba conducido por el argentino López, quien habría sido instruido para dejarse alcanzar.

A partir de allí, Nakajima se dejó distanciar un poco a fin de cuidar el carro, e intentar unos minutos más tarde un segundo ataque que resultó definitivo. El auto Nº 8 tomó la punta para no volverla a ceder más, luego que Buemi remató el trabajo de sus dos compañeros con un rapidísimo ritmo.

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En las dos horas finales de carrera, el auto Nº 7 fue dejándose distanciar y su tripulación fue cometiendo deslices al calcular los consumos, que permitieron al auto Nº 8 conseguir de un modo absolutamente holgado la victoria en los términos en los cuales la empresa automotriz, su equipo de carreras, los regentes de la categoría y los entes federados habían establecido desde hace varios meses, consiguiendo el resultado más predecible y obvio que ha tenido la competencia en sus 86 ediciones.

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Para Nakajima, Buemi y Alonso, la victoria de Le Mans se une a la lograda en la primera prueba de la Súper Temporada, las “6 Horas de Spá”, en Bélgica, donde también Toyota dispuso jerarquías internas para que el carro Nº 7 quedara detrás del Nº 8.

ALONSO DEJÓ BIEN CLARO SU VALOR EN LAS ’24 HORAS DE LE MANS’

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El piloto español Fernando Alonso, doble Campeón del Mundo de Fórmula 1, dio el pasado fin de semana una muestra clara de las condiciones que un piloto con su talento requiere para ganar carreras un box totalmente a su favor, una absoluta falta de oposición en pista, una carencia plena de problemas climáticos y un carro tan absurdamente superior técnicamente que sin forzar pudo sacar hasta 12 vueltas de ventaja (¡el equivalente a casi tres cuartos de hora!) en una carrera de 24 horas…

Gracias a las condiciones anteriormente descritas, el asturiano pudo consolidar una victoria ya adjudicada sobre la mesa de manera más que obvia y con meses de antelación en la 86ª edición de las “24 Horas de Le Mans”, segunda prueba de la Súper Temporada 2018/2019 del Campeonato del Mundo de Resistencia (WEC).

Otro elemento siempre responsable del gran prestigio del español (la gran cantidad de prensa hispana afecta) se encargó de añadir el toque “mágico” al destacar el modo en que durante la madrugada Alonso recibió su auto con 2:13” de desventaja sobre el Toyota gemelo (entonces tripulado por Mike Conway) y aprovechó el relevo del argentino José María López (con un ritmo condicionado por el box) para reducir la diferencia a menos de 50” tras un turno de algo más de dos horas, luego de girar a un ritmo de 3:19”/3:20” por vuelta.

Esa misma prensa afecta al asturiano, sin embargo, no encontró nada milagroso que al relevarle, Kazuki Nakajima obviara esa diferencia de casi 50” con el líder en apenas una decena de vueltas – a un ritmo de 3:18” – y que tras esperar un poco para cuidar el auto retomara el ataque, arrebatando el liderazgo a López antes de ceder el volante a Buemi, quien (siempre con la complicidad del box a favor del auto Nº 8) aumentó la ventaja.

En las últimas fases de carrera el auto Nº 7, en teoría técnicamente idéntico al auto Nº 8, comenzó a tener un desempeño errático, que incluyó una pirueta en pista de López y un fallo de comunicación que le hizo dar una vuelta a baja velocidad para no quedarse sin combustible luego de cometerse un fallo en el cálculo de consumos.

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Para Toyota, la procesión sin oposición del pasado fin de semana fue resultado del agradecimiento de los organizadores del WEC y de la carrera por su fidelidad, y también la posibilidad de tomarse la revancha de la edición 2016, donde sí habían vencido limpiamente a un rival – nada menos que Porsche – en pista pero perdieron la victoria en la propia última vuelta, mientras manejaba el mismo hombre que en 2018 fue comisionado para terminar la tarea que hace dos años quedó inconclusa: el japonés Kazuki Nakajima.

Para el WEC, para la Federación Internacional del Automóvil (FIA, por sus siglas en francés) y para los organizadores de la carrera, la edición 86 resultó una advertencia. Hipotecar la victoria a Fernando Alonso y Toyota frente a una alineación de hasta 24 pilotos de Fórmula 1 (que en su mayoría no tuvo material para ser más que comparsas) para conseguir la necesaria confianza mediática que encubriera la crisis de participación sin duda salvó la carrera, pero los anuncios sobre el reemplazo de la clase LMP1 / LMP2 por los “híper autos” a fin de intentar regresar a una temporada anual (no una Super Temporada bianual) desde 2020 parecieran demostrar que sí están conscientes de que ni siquiera el indestructible prestigio que se ha construido Le Mans desde 1923 saldrá intacto en caso que se vuelva a consignar una victoria sobre la mesa de manera tan obvia como en 2018.

Por lo pronto, el mismo hombre que hace pocos días no dudó en criticar una vez más al Campeonato del Mundo de Fórmula 1 (que le dio su actual nivel de prestigio) por su supuesta falta de interés y elevada predictibilidad, acaba de ganar la carrera más importante del mundo con 12 vueltas sobre sus más inmediatos rivales (por darles un nombre) y apelando a una superioridad técnica y política tan absurda que destroza los principios más básicos del deporte como disciplina de competitividad.

Luego del escándalo de espionaje a Ferrari cuando corría con McLaren en el 2007, luego del fraude del “crash gate” en el 2008, luego de los escándalos con las manipulaciones y las órdenes de equipo que hundieron a Ferrari en apenas 5 años y luego de su terrible retorno a McLaren en 2015, el modo en que Alonso ha necesitado apuntalarse con recursos artificiales y políticos para ganar en Le Mans y para ganar carreras por vez primera en 5 años le ratifican como el mayor ejemplo del anti-deporte; de esa cara del deporte y del mundo automotor que debería ser repudiada en masa. Imaginamos que quienes han aplaudido y aplauden al talento español ignoran todo esto en base al silencio que sobre todas esas hazañas insiste en colocar la arista comercial del deporte, porque sería muy triste pensar que aprueban este modo de hacer deporte. (Flash del Motor).

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